A cambio de la educación tradicional, en la modalidad virtual, el estudiante protagoniza su propio aprendizaje teniendo como mediador las diferentes herramientas tecnológicas, los recursos de información y contenida, la constante orientación del tutor y por supuesto, el desarrollo de habilidades y competencias como la gestión del tiempo, la organización y priorización de metas y actividades, comunicación asertiva, trabajo en equipo, disciplina, entre otras.
La necesidad del contacto y de mantener a flote los procesos que hemos venido desarrollando de manera cotidiana, ha traído consigo una nueva ola de creatividad y desarrollos marcados por el mismo factor: la virtualidad. De esta manera, las nuevas dinámicas han propiciado un proceso de adaptación y cambio que conlleva nuevas dinámicas.
En esta medida se destaca, entonces, la gran capacidad adaptativa con la que contamos los seres humanos, la cual nos ha permitido, a través de esta particular circunstancia readaptarnos a las novedades del Siglo XXI, marcadas por la tecnología y las telecomunicaciones; permitiendo a la sociedad hacer un alto para verse, redescubrirse y apreciar la existencia desde diferentes puntos de vista.
La virtualidad llego para quedarse, en todos los ámbitos sociales, políticos y económicos; cada vez es mas necesario el uso de las Herramientas de las Tecnologías de la Información y la Comunicación.
Sin la pretensión de reemplazar el contacto humano por las redes sociales o las conexiones a internet, se puede sugerir que la huella que dejará el COVID-19 en cada una de las personas que lo ha sufrido, directa o indirectamente, es un aprendizaje que está preparando a la humanidad para enfrentar nuevos retos y para retomar las actividades normales de manera más consiente y responsable, frente a nuestro entorno y a nosotros mismos.